El misterio de la fe encuentra en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo un inmejorable aliciente para reflexionar en profundidad acerca de nuestras conductas y proyectos de vida.
La Pascua nos ofrece también la oportunidad de enmendar el rumbo si es que las inevitables debilidades propias de la naturaleza humana han enmarañado en demasía la existencia de cada uno de nosotros. En la comunión con el Dios de la Esperanza se fortalecen los valores esenciales y nos animamos a la utopía de edificar una sociedad más justa y solidaria, en la que el prójimo y el bien común ocupen un lugar central. No debemos olvidar, como expresara el beato Alberto Hurtado (*), que “la injusticia causa enormemente más males que los que pueda reparar la caridad”.Transitar el camino del amor, que es en definitiva a lo que nos invita Jesucristo, no es sencillo. Menos todavía cuando observamos una marcada miopía, no exenta de soberbia, para tan siquiera intentar comprender que ser persona a imagen y semejanza de Dios comporta existir en relación al otro, al hermano. Por eso viene al caso recordar a la Madre Teresa de Calcuta, quien decía: “el amor duele”.
La Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA concluye este sencillo mensaje con un pasaje de la última encíclica de Juan Pablo II, que el extinto pontífice no llegó a pronunciar y que fue recogida el 26 de marzo de 2006 por el Papa Benedicto XVI: “A la humanidad que a veces parece perdida y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado ofrece el regalo de su amor”.
Eduardo Spósito Secretario Honorario |
| Osvaldo Pérez Cortés Presidente |
| Norberto Rodríguez Secretario General |