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viernes, 27 de julio de 2007

Homenaje a Roberto Fontanarrosa

Santiago Varela, líder de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA, escritor y humorista reconocido, ha publicado en Cultura BA, el 26 de julio, este singular homenaje al recientemente fallecido Roberto Fontanarrosa.



"MI recuerdo para el Negro

Cuando llegó, lo recibió El Recepcionista de Arriba, quien cholulo como siempre, con una amplia sonrisa, le pidió un autógrafo. Luego se abrió la puerta y apareció el anciano de barba quien, también sonriente, le solicitó si le podía dibujar un Mendieta.
Recién ahí el Negro se dio cuenta de que había recobrado el uso de sus manos, y además podía caminar normalmente. Contento por saberse entero otra vez, le pidió al viejo, papel y un marcador. Como si se tratara de un milagro, aparecieron los útiles y el Negro dibujó, una vez más, su Mendieta.
- ¿Para quién la dedicatoria? -preguntó
- Ponga “Para Dios”, nada más.
Roberto firmó con su inconfundible caligrafía, entregó el dibujo, estrechó su mano y entró.
Adentro lo estaban esperando, a modo de comité de bienvenida, una conspicua delegación de escritores. Estaban Borges y Bioy, tomaditos del brazo, mirándolo bondadosamente; pero Arlt, Discépolo y Soriano estaban exultantes. sobre todo el gordo Soriano que ya estaba pensando armar otro café El Cairo en alguna nube sin uso para sumar a Oliverio Girondo, a Diego Lucero y a Lujambio para hablar de fútbol y de minas. En ese orden.
Terminados los saludos, apareció Gardel charlando con San Martín, Raúl Soldi y Ermindo Onega. Ahí el que se quedó mudo fue el Negro. Como esto le pasaba con todos los que llegaban, San Martín se acercó y le dio un cálido apretón de manos mientras le decía.
- Usted me hizo divertir mucho, lo cual no es poco. Venga que le quiero presentar a alguien -dijo acercándolo a un señor de barba y levita- El Sr. José Hernández, creador del Martín Fierro, el Sr. Roberto Fontanarrosa, creador de Inodoro Pereyra. Los dos gauchos más famosos de la historia argentina. -concluyó.
Cuando ambos se confundieron en un abrazo, parecía dos, aunque en realidad se trataba de cuatro.
Entonces hicieron su entrada, portando un pancarta que decía “Rosario Presente”, el Negro Olmedo, Antonio Berni y el Che Guevara, entre otros.
A esa altura el Negro ya estaba tocado. Fue entonces el turno del cordobés Cognigni que estaba ideando sacar una Hortensia Celestial. Junto con Cognigni venían los muchachos del gremio, los colegas: Los más viejos, los que él había leído de chico, como Calé, Lino Palacios, Hugo Pratt, Copi u Oski y otros con quien el reencuentro fue un alegrón, como Carlitos Abrevaya, Viuti, Raúl Fortín, Bróccoli. Y ni hablar cuando se le acercaron los gigantes Alberto Breccia y Héctor Oesterheld. Todos disfrutaban de todos.
Concluidas las presentaciones, los presentes pugnaban por llevarse al Negro para conversar con él, para que les hablara de sus cuentos, de sus historietas, de los personajes que habían quedado abajo. El Negro, gentil, sin perder la sonrisa, amable, se dejaba llevar por toda esa gente tan querida y admirada, hasta que de pronto, detrás de una lomita, alejados de esa pequeña multitud, los vio. Estaban juntos y la picardía se les notaba en la mirada. Eran Harry Hayes y su hermano, Pablo Molina, Zenón Díaz y otros ex jugadores de Rosario Central. Tenían una pelota de las de antes, con tientos, y una camiseta flamante con un nombre grabado en la espalda: “Fontanarrosa”
El Negro se disculpó y al trote se alejó de San Martín, de Gardel, de Borges, de Breccia, de Perón y Balbín -que recién se habían sumado- rumbo a la canchita para jugar un picado. Como en los viejos tiempos, con la sonrisa ancha, como siempre.
¡Que lo parió con el Negro!"
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