La celebración del DÍA DEL NIÑO es consecuencia de una resolución adoptada el 20 de noviembre de 1959 por la Asamblea de las Naciones Unidas, La decisión estuvo orientada a que en cada país se eligiera, a modo de señal testigo, un día para afirmar los derechos de los niños. Este comentario intenta contribuir a evitar que la celebración engrose la larga lista de frivolidades a las que frecuentemente nos dejamos arrastrar.
Claro que es un día de sana alegría, sentimiento que se potenciará en tanto podamos encaminarnos definitivamente a lograr que los derechos de la niñez sean genuinamente reconocidos y respetados. Las estadísticas que nos hablan comparativamente de un porcentaje menor de mortalidad y de desnutrición infantil, por ejemplo, no pueden ocultar el drama de fondo, todavía no resuelto. No se justifica, al menos en nuestro país, que haya niños que mueran o sufran malformaciones que los limiten de por vida debido a la dejadez de quienes tienen la responsabilidad primaria de velar porque tales cosas no acontezcan. Y siguen sucediendo ante la mirada impávida y ausente del Estado, en sus distintos niveles legislativos y ejecutivos, y la resignación de una sociedad que no encuentra referentes en que fundar la recuperación de valores éticos esenciales para una convivencia solidaria.
Eduardo Spósito Secretario Honorario |
| Osvaldo Pérez Cortés Presidente |
| Norberto Rodríguez Secretario General |