Horacio acostumbraba a jugar un “picadito” de fútbol con los amigos en su barrio de San Telmo. Corría el año 1955 y en la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA el “papi fútbol” observaba un creciente atractivo, situación que no pasó desapercibida para el joven Puente quien aprovechó la invitación que recibiera de sus compañeros de equipo (que ya practicaban en la Asociación) para ir a verlos. Le gustó el lugar y el clima reinante, motivo por el cual no dudó en asociarse y se esperanzó en poder demostrar rápidamente sus habilidades técnicas.Con el tiempo se dio cuenta que jugar bajo las luces del gimnasio Nº 1 de la sede central tenía sus secretos y trató de aprenderlos. Uno de ellos era que la habilidad técnica, si no se la acompañaba con un buen estado físico, no era suficiente. Y entonces adicionó la gimnasia y la natación. No sabe si dicha decisión mejoró su rendimiento futbolístico, pero sí está seguro que le permitió participar más del programa de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA. También darse cuenta que el fútbol no era el único medio de practicar deportes y ganar muchos amigos.
No puede dejar de recordar las inolvidables tertulias que se armaban en el clase de 18,20 hs., los miércoles y viernes, mientras esperaban turno para jugar, en las que participaban asociados “showman” tan famosos como el arquero “Titín”, Roque Naccah, el “viejito” Enrique, el flaco “Plastino”, el joven Jorgito Calzarotto (autor del apodo de “Chucaro”, debido al zapateo que siempre Horacio realizaba para eludir a un contrario), Norberto Rodríguez con su famoso tiro de “tres dedos”, y tantos otros.
Como colaborador voluntario participó durante varios años en diferentes comisiones y comités, para luego incorporarse como Socio Activo de la institución e integrar con posterioridad su Directorio. Aunque él no lo menciona en su historial, Horacio Puente es un artista que hace de la pintura una forma cotidiana y profunda de expresión. No hay fiesta del personal de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA que no reciba como regalo para el sorteo final un cuadro de Horacio.
Considera que la institución le dio los mejores amigos que aún lo acompañan en el andar de la vida, ayudándole también a encontrar el camino para dar paso a su vocación de servicio, algo que siempre latió en él (fue dador voluntario de sangre en Fundaleu durante 20 años, interrumpida luego por una hepatitis). Al participar de la Misión de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA siente que creció integralmente y comprendió el sentido que debía dar a su vida para ser feliz.
De tener que brindar un consejo vivencial lo referiría a que cada uno lleve adelante su tarea guiada por dignos ideales de solidaridad, con el corazón siempre dispuesto al abrazo fraterno.