La diabetes es una enfermedad provocada por un déficit o resistencia a la acción de la insulina, una hormona segregada por el páncreas. La falta de insulina hace que la glucosa no pueda entrar en las células para ser consumida, y en consecuencia se acumula en la sangre (valor normal de la glucemia en ayunas menor de 110 mg/ dl).
Hace mas de 3000 años un médico hindú (Sushruta) ya había notado que existían 2 tipos de diabetes: una de comienzo juvenil y con tendencia familiar y otra del adulto, más relacionada con las transgresiones de la dieta. Existe también una forma de la mujer embarazada, con aumento del riesgo para el niño por nacer, y una forma que se denomina subclínica o química, con glucemias no muy elevadas, pero con una respuesta anormal a las pruebas de provocación.
Las personas diabéticas además de los trastornos metabólicos, propios de la enfermedad, tienen una expectativa de vida significativamente disminuida, siendo la tasa de mortalidad especifica para la edad, el doble de la observada en la población que no tiene diabetes.
Es conocida la relación existente entre la enfermedad del aparato vascular y la diabetes, ya que esta, acelera los mecanismos que producen el desarrollo de la arteriosclerosis., Son factores agravantes de este proceso, la edad, el sexo masculino, la hipertensión, la dislipemia, la hiperglucemia en ayunas, con valores mayores de 140 mg/dl, y las alteraciones de la viscosidad sanguínea.
Tradicionalmente las alteraciones microvasculares afectan a la retina, el riñón y al sistema nervioso vegetativo (neuropatía ), en cambio el infarto de miocardio, los accidentes cerebrovasculares y la gangrena son complicaciones macrovasculares.
Las complicaciones de la diabetes son causa de discapacidad, y altos costos socioeconómicos por la morbilidad y mortalidad que traen aparejada. La gravedad se relaciona con la duración de la enfermedad y con el grado de control metabólico alcanzado con el tratamiento. Un meticuloso control de los niveles de glucosa en sangre previene o retarda el desarrollo de las complicaciones, pero no revierte las lesiones ya establecidas, sobre todo a nivel del riñón y de la retina.
El tratamiento de la diabetes se sustenta en tres acciones principales: el tratamiento farmacológico, una dieta estricta y ejercicios físicos. Los medicamentos usados suelen ser los hipoglucemiantes orales y la insulina. La dieta estricta debe acompañarse de una modificación en los hábitos de vida, con reducción del sobrepeso y control de todos los factores de riesgo cardiovascular.
El ejercicio es beneficioso en el diabético para su aparato cardiovascular y para reducir los niveles de glucosa. Pero así como es útil, también implica un riesgo cuando se lo practica sin un adecuado control. El ejercicio moderado, en sesiones de corta duración y repetidos diariamente, aumenta la utilización de la glucosa por parte del músculo, pero un ejercicio intenso, prolongado (sesiones de mas de 90 minutos) y sin supervización puede llevar a una disminución peligrosa de los niveles de azúcar ( Hipoglucemia). Los pacientes que reciben insulina deben ser advertidos de los riesgos potenciales de una actividad física inadecuada.