De la mano de su padre, quien a su vez había sido cadete de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA, Manuel Mora y Araujo ingresó a la Asociación a finales de la década del cuarenta. Su padre valoraba en alto grado a la institución.A la pregunta: ¿Qué encontraste de distintivo en la YMCA?, continúa la siguiente respuesta: “Un clima social acogedor y muy formativo. Me dio la posibilidad de un desarrollo personal que en mi infancia no me había dado la escuela ni el colegio secundario.”
Recuerda que varios compañeros suyos en la YMCA llegaron a posiciones políticas destacadas. Otros fueron y son profesionales muy reconocidos. Había periodistas y la lista sería muy extensa.
Cuando se le inquiere sobre su experiencia en los campamentos de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA, señala: “Los campamentos marcaron mi vida indeleblemente, en mayor medida que muchas otras cosas importantes por las que pasé. Contribuyeron a mi formación, me dieron un sentido moral de la vida y de las relaciones con los demás, me formaron como ser “integral” (alma, mente, cuerpo) y fueron inolvidablemente divertidos e impactantes.”
Define a la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA, en términos de ámbito de amistad y formación en valores, de la siguiente manera: “En mi caso, y en el de la inmensa mayoría de mis compañeros, fue y es un espacio enriquecedor para hacer amistades y cultivarlas, y para crecer personalmente a la par de los demás.”
La pregunta final fue: ¿Qué les recomendarías a los asociados más nuevos con relación a la YMCA? Así respondió Manuel: “Es difícil decirlo, cada uno debe encontrar algo que esté cerca de lo que busca. Insistiría siempre en no reducirse a la oferta física-deportiva de la Asociación, porque esta es una parte -por cierto importante- cuyo valor se realza cuando se la asimila integradamente a su propuesta formativa más general y a su compromiso con la comunidad externa.”
