Como era de esperar, su interés primario al incorporarse a la institución fue exclusivamente practicar el básquetbol. Sin embargo, las circunstancias hicieron que apareciera un derrotero complementario que alejaba definitivamente la idea de haberse vinculado a un club.
Con rapidez se integró al Grupo Alba, lo cual era garantía de una veloz adaptación al nuevo ambiente. Para su sorpresa descubre en dicho grupo a asociados que habían sido rivales de juego en equipos que participaban de los campeonatos argentinos de básquetbol de su época. No podía creer lo “suavecito” que jugaban ahora, a diferencia de los aguerridos partidos oficiales.
Cuenta que en su primer día de actividad se sintió impactado por el trato afable del grupo. Parecía que lo conocían de toda la vida. Pudo comprobar fehacientemente como la amistad y el compañerismo pueden prevalecer por sobre cualquier rivalidad circunstancial o resultado deportivo.
Esta receptividad y apertura brindada a los nuevos miembros le permitió comprobar, entre otras cosas, la diferencia que existe entre la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA y otras buenas instituciones.
Es un agradecido porque en los peores y en los mejores momentos de sus treinta años de asociado siempre estuvo acompañado y contenido por amigos cultivados en la institución Aquí, como él mismo destaca, nacieron sus dos hermanos de la vida. Según sus palabras, a través de ese sentido de genuina amistad “descubrió el verdadero espíritu de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA”.
En la medida que el tiempo fue transcurriendo sintió la ineludible necesidad de devolverle a la institución parte de la espiritualidad recibida. Su primer paso fue vincularse como colaborador voluntario a través de la subcomisión de Básquetbol, como no podía ser de otra manera. Luego pasó a formar parte de la comisión directiva de la entonces Unidad Programática de la sede central. Al mismo tiempo es invitado y asume la presidencia del Club de Embajadores de la YMCA, iniciativa de reciente creación. Continúa en esta importante función e integra el comité directivo del área de Jóvenes y Adultos.
Finalmente, aconseja a todo participante de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA ir un poco más allá del aspecto físico-deportivo. Invita a descubrir la esencia profunda de la institución, la cual está implícita en la frase que la acompaña desde su centenario (2002): hacer realidad el valor de un mundo con valores.