Sus primeras actividades, además de cuidar al niño que correteaba por todo el predio y a su esposo que devoraba facturas en uno de los quinchos, fueron la natación y la gimnasia, acompañadas por las tardes de sol y mate con amigas que rápidamente supo ganar.
Tiene dos anécdotas para compartir. La primera, graciosa por la confusión, se refiere a su padre. Éste, de tanto escucharla nombrar a la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA y tomar conocimiento que ella y su familia habían visitado las sedes de Uruguay y Brasil, lo llevó un día a plantearle: “hija, no me avisaste que te hiciste evangelista”. Al conocer la realidad y salvar la confusión inicial, su padre, que investigaba todo, al poco tiempo sabía más de la institución que ella y se convirtió en admirador del trabajo que realizaban los colaboradores voluntarios, entre ellos la propia Cecilia.
La segunda anécdota data de una prima que creía radicada en Irlanda y con la que había perdido todo contacto. Un día recibió un email de ella diciéndole que estaba viviendo en Canadá y que había podido comunicarse con ella gracias a la YMCA, pues habiendo recordado que era socia de la misma en la Argentina, con la ayuda de la institución logró ubicarla.
Integrar el grupo de apoyo de natación en la sede Parque fue su primera experiencia como colaboradora voluntaria de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA. Luego le siguió el Consejo Consultivo de la misma asede y el Comité de Cultura, a través del cual se llevaron a cabo varios proyectos socioculturales, entre ellos la creación de la biblioteca, todo un orgullo para la institución. Precisamente, este proyecto la motivó a capacitarse en el tema y lograr que a fines del corriente año este recibiendo su título de Bibliotecaria.
Afirma que la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA le permitió adquirir un adecuado estado físico, mejorar su calidad de vida, tener una visión de los acontecimientos con espíritu crítico y compartir con cientos de amigos. Actualmente es la extensión de su casa.
A modo de consejo de vida sugiere respetar y hacer respetar los propios derechos y el de los demás, teniendo el valor de afirmarlos en cualquier circunstancia cuando fuese necesario. También, realizar actividad física diariamente por cuanto contribuye a mejorar la salud y el alma. Igualmente, brindar ayuda a los más necesitados, y no sólo con la palabra sino con hechos. No desfallecer y seguir trabajando duro con la esperanza de poder dejar a los niños y adolescentes un futuro mejor como país. Y, finalmente, que los/as asociados/as sigan concurriendo a la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA y serán felices.