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martes, 28 de octubre de 2003

Opiniones sobre el ALCA

Habida cuenta que el ALCA (Area de Libre Comercio para las Américas) es un tema de preocupado análisis, la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA desea aportar al proceso reflexivo. En tal sentido, incorpora dos artículos de naturaleza distinta, los que, naturalmente y como en cualquier otro caso, no necesariamente reflejan una posición institucional.


Otro desarrollo es posible,
otra integración es posible

Conclusiones del seminario convocado por el Sector Social de la Compañía de Jesús en A.L sobre el ALCA

Introducción
La preocupación por el desarrollo de América Latina incluye una dimensión sin la cual no es pensable ningún proyecto para este continente: el bienestar para toda su población. Las estadísticas de todos los países dan cuenta de un alarmante aumento de pobreza, calificada actualmente como exclusión. Hay un inmenso abismo entre los grupos que concentran la riqueza y la inmensa mayoría de la población que está por debajo del nivel de pobreza. Cuando tenemos en perspectiva un área de libre comercio para las Américas (ALCA), vemos con inmensa preocupación que sus planteamientos no tengan en cuenta esta grave problemática y que previsiblemente la puedan agravar en el futuro.

Por eso el Seminario llevado a cabo en la ciudad de Quito, del 10 al 13 de julio, en el que participamos laicos, laicas, religiosas y jesuitas involucrados en la promoción social, planteó la urgencia de pensar en formas de integración americana que tengan en cuenta esta dimensión social, que incluya en el mundo de la economía el concepto de "Hipoteca Social" del que habló Juan Pablo II. Las reflexiones que se realizaron durante el Seminario nos abren horizontes que hay que trabajar con urgencia en una perspectiva de hacer propuestas, crear alternativas que puedan ser impulsadas por quienes desde los valores éticos propuestos por Jesús de Nazareth nos preocupamos por la suerte de nuestros hermanos y hermanas.

1.- Por qué no queremos el ALCA.
Porque la composición del ALCA es impresionantemente asimétrica. El punto de partida de las economías de los 34 países que conforman América del Norte, Central, el Caribe (con excepción de Cuba) y Suramérica es sumamente desigual. Del PIB total, el 79% corresponde a Estados Unidos, el 5,9% a Canadá, el 4,7% a Brasil, a México el 4,2%, a Argentina el 2,51%, y la gran mayoría de los países no superan el 1% del PIB total del ALCA. Por lo tanto, la negociación del ALCA se realiza en términos de poder extremadamente desiguales y asimétricos.

Porque la forma de negociación del ALCA no es transparente.Lo negociado sigue siendo un secreto, y el texto no logra incorporar las diversas propuestas que han presentado las organizaciones ciudadanas del continente. En la mayor parte de los países la sociedad civil se encuentra sin información sobre lo que sus gobiernos están negociando. Lo mismo ocurre con sectores productivos completos (empresas, trabajadores) que serán fuertemente afectados por el ALCA. No se han previsto referendums para la aprobación popular del Tratado

Porque el ALCA pretende ser un pacto de igualdad entre desiguales. Encontramos injusto pactar igual trato para quienes son enormemente desiguales en tecnología, conocimiento, capital, poder militar. No hay duda que ello generará mayor desigualdad.

Porque el ALCA es mucho más que un tratado comercial. Es un esquema de privatización (especialmente de servicios y bienes públicos tradicionalmente reservados al Estado), de liberación de mercados y de seguridad para las inversiones extranjeras, a las que se conceden ventajas sobre las nacionales. Las propuestas del ALCA van a mermar la facultad de los gobiernos para llevar a cabo políticas de desarrollo específicas en áreas económicas y sociales. Se pretende que el ALCA tenga rango supraconstitucional. Con ello se limitará la soberanía de las naciones que firmen el Tratado.

Porque el ALCA representa un neo-proteccionismo del comercio global. Los EEUU, esgrimiendo un discurso liberalizador, pretenden, por una parte apoyar a sus sectores que han perdido competitividad con subsidios, aranceles y medidas no arancelarias y por otra promover el libre comercio para sus productos competitivos.

Porque el ALCA omite aspectos imprescindibles. El Tratado omite aspectos que son imprescindibles para la sostenibilidad del desarrollo de nuestras naciones como: medio ambiente, políticas laborales y sociales, migraciones, economía de género, seguridad alimentaria.

2.- Queremos un nuevo tipo de integración de las Américas
Otra integración es posible.
Se está empezando a abrir un espacio nuevo para imaginar, pensar y planear estratégicamente una nueva integración que parta de los intereses y valores de la gente y no deje en manos del mercado el futuro de la humanidad. Teóricamente hay otras posibilidades y empíricamente hay diversas formas de integración de distintos países y bloques distintas de la dinámica globalizada. Se está consensuando una Alternativa para las Américas.

Otra integración es factible. La condición para que esta alternativa posible llegue a ser una realidad es principalmente política: hace falta desarrollar un Sujeto social que planee y vaya acumulando fuerzas para lograrlo. Para ello ya no basta hacerlo sólo desde cada sector, sólo desde cada país. El reto es construir un Sujeto social multisectorial e internacional. Este sujeto está iniciando su construcción. Su desarrollo es una meta de largo plazo.

3.- Algunos principios éticos que pueden inspirar esta nueva integración:
La globalización de la solidaridad humana supone que los habitantes del Continente americano nos vayamos haciendo cargo de la humanidad común de los pueblos de América, nos sensibilicemos frente a la desigualdad existente; carguemos con ella asumiendo el valor de la equidad en los acuerdos internacionales y resistiendo a la asimetría injusta.

Globalizar la solidaridad a partir de una situación signada por la injusticia y la desigualdad, implica:
- Dar trato preferencial a los «débiles» en las relaciones sociales de manera que el resultado final sea equilibrar los actores sociales hoy tan desigualmente ubicados.
- Identificar los «débiles» con los pobres y convertir su vida en el criterio para evaluar los mecanismos de solidaridad que se pongan en marcha y sus resultados.
- Dar estos pasos de una forma consciente tanto las personas como los pueblos y los Estados nacionales.

La humanización de la economía. La globalización de la economía ha de estar sujeta a reglas. Reglas que garanticen la distribución del ingreso inter e intra nacionalmente, que garanticen la supremacía de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales y de los pueblos y que garanticen la sustentabilidad del planeta.

Los objetivos que deben guiar cualquier integración y con los que se deben evaluar sus resultados han de ser principalmente los objetivos sociales; no sólo los macroeconómicos. Lo importante no ha de ser si la economía crece, es estable, sino si la gente vive mejor, pues no es cierto que cuando hay crecimiento de la economía hay necesariamente más y mejores empleos. En México, por ejemplo, después de 7 años del TLCAN, no se logró lo prometido: más y mejores empleos. En el sector manufacturero que es el gran exportador, hoy hay 9.4% menos empleo que antes del TLCAN . Las empresas exportadoras crearon empleos, pero menos que los que se perdieron en sus antiguos proveedores. Además los empleos creados son malos empleos. De los nuevos empleos asalariados generados durante el TLCAN el 49% no tiene las prestaciones que marca la ley .

La transparencia de la negociación y ejecución. La negociación de los acuerdos internacionales ha de ser de cara y con participación real de la sociedad y ratificada bajo formas reales de consulta.

El reconocimiento del otro como interlocutor. La negociación para lograr una nueva integración, además de la globalización de la solidaridad humana y la humanización de la economía, supone:
- Considerar que los que participan en la negociación son seres culturales y actores sociales que tienen mucho que aportar para lograr un beneficio común a todos.
- Valorar la diversidad cultural y las diferencias iniciales como enriquecimiento del proceso.
- Estar consciente de que una negociación exitosa es la que alcanza una posición final percibida como «mejor» por todos los que participan en ella. La condición de posibilidad de este resultado es que cada uno mueva sus posiciones iniciales hasta llegar a la convicción de haber alcanzado una mejor condición como fruto del proceso.
- Aceptar el diálogo como el instrumento privilegiado para alcanzar acuerdos en sustitución de la fuerza como modo de imponer opiniones o resultados.

4.- Retos para la Compañía de Jesús en la construcción de alternativas de integración.
Priorizar el tema de la integración.
El cuerpo universal de la Compañía debe tomar en serio su papel en los procesos de integración regionales en el marco de la globalización mundial.

Contribuir a la creación de alternativas viables. La Compañía debe colaborar en la generación de un nuevo pensamiento social, ético y político que sea alternativa viable a lo propuesto en el ALCA. Un nuevo pensamiento que se genere a partir de un proceso creativo, participativo e incluyente desarrollado desde y con los pobres. No basta con oponernos; tenemos que brindar caminos alternativos desde nuestras instituciones educativas y de investigación. No es suficiente tener claro lo que no queremos sino debemos esclarecer lo que queremos y esto debe ser viable.

Al llevar a cabo dicha colaboración la Compañía ha de evitar cualquier forma de protagonismo, más bien ha de procurar integrarse en procesos, organizaciones y gestiones ya existentes.

Ajustar la organización e integración propia de la Compañía.El ALCA nos enfrenta desde la Compañía, a otro nivel de integración entre nosotros que sea más inclusiva de los laicos y laicas y trabaje suficientemente la relación orgánica con la Asistencia de Estados Unidos de América y las Provincias de Canadá.

5.- Propuestas de líneas de acción:
Hacia dentro de la Compañía de Jesús: Aprovechar nuestras instituciones y distintos sectores apostólicos para la elaboración y promoción de una ética inclusiva y humana.
Abordar, a través de AUSJAL y de los Centros de Investigación del Sector Social de la Compañía de Jesús, el tema de los modelos de integración estudiando diversas alternativas.
Buscar maneras de participar en la Alianza Social Continental.
Propiciar un equipo a tiempo completo para profundizar un nuevo proyecto de integración latinoamericana.

Hacia la Iglesia. Hablar del proyecto del ALCA con nuestros obispos. Buscar sensibilizar y compartir con nuestras iglesias locales, Obispos y con el CELAM nuestra visión sobre la integración latinoamericana y las propuestas de tratados de libre comercio.

Hacia la sociedad civil. Ser puentes entre la base y los sectores académicos e intelectuales. Incorporar en la educación, en todos los niveles en los que ya incidimos, la información, la reflexión y creación de una conciencia crítica sobre el ALCA. Fortalecer y acompañar los movimientos que generen proyectos de desarrollo de cada país. Buscar maneras de hacer presentes estos puntos de vista, debidamente fundamentados, en la opinión pública y en los medios de comunicación para lograr influir en tomas de decisión que favorezcan a la totalidad de la población.

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El desafío de América Latina luego del revés de Cancún y la reunión de Buenos Aires

No escaparle al realismo histórico

Por Adalberto Rodríguez Giavarini - Ex Canciller de la República Argentina

El modesto resultado del G20 (“grupo antisubsidios”) que se reunió en Buenos Aires no debería desalentarnos para nada, ya que a pesar de las deserciones de algunos países miembros, remarcó una de las políticas sostenidas por el país desde la recuperación democrática: “los carpinteros y plomeros” de las naciones que, como Argentina, no subsidian su producción, no deben seguir pagando los subsidios que aplican la mayoría de las economías desarrolladas a su agricultura.

Pero como no podemos -ni debemos- escaparle al realismo históricoes positivo que en el documento final de la reciente reunión de Buenos Aires se haya logrado bajar el tono a la altisonancia verbal, para permitir la reanudación de las negociaciones multilaterales de la Organización Mundial de Comercio (OMC) al resolver: "Retomar las tareas en Ginebra (sede de la OMC) con espíritu constructivo". Esta posición, que responde principalmente a una iniciativa argentina, resulta plausible en particular ante el panorama que dejó el fracaso de la reunión de Cancún. A partir de la cual debemos analizar con cuidado el rumbo de América Latina, ya que además de considerar las posiciones que sostuvieron Europa y los Estados Unidos para mantener la protección agrícola, también se hace cada vez más perentorio el calendario de cierre de las negociaciones del ALCA.

El escenario actual proviene de una perspectiva histórica. En la década del '80 el PBI de la región creció a una tasa del 2% anual y en los diez años siguientes lo hizo al 3,8 %.

Para América Latina la década del ´80 fue de avances para la democracia política y de repliegue en lo económico social, incluyendo situaciones de incumplimiento externo y recurrentes crisis de contracción del producto per cápita y del empleo, además de procesos de alta inflación y hasta hiperinflación. Vale recordar ello porque en estos casos el costo de la "vuelta a la normalidad" se efectuó negativamente, si se considera el incremento de personas y hogares que quedaron debajo de la línea de pobreza.

Al empezar la década del ´90 surge un paradigma opuesto al ciclo anterior y el "crecimiento sustentable" pasa a ser definido en términos de políticas fiscales ortodoxas, acompañadas con una fuerte impronta a favor del libre comercio internacional y la formación de un clima amistoso a los negocios, que se basaba en el respeto de la propiedad privada y los derechos adquiridos para estimular las inversiones. Sin embargo, el capítulo social, nuevamente en esta década, quedó claramente postergado.

En esos años -como ahora- era necesario alentar el ahorro nacional y rechazar las políticas que descansaban en un financiamiento excesivo de déficits de cuenta corriente, que si bien es un fenómeno esencialmente monetario, puede ser mitigado con un tratamiento adecuado del gasto interno que aleje el riesgo de la vulnerabilidad externa.

La impronta a favor del comercio interno y exterior no debe perder actualidad porque desde el consulado de Manuel Belgrano a la fecha se sabe que es una de nuestras fuentes genuinas de generar riqueza y de dinamizar los servicios y la industria.

Pero también requiere un entorno propicio. Por un lado, el ciclo económico internacional -ya que existe una clara correlación entre el crecimiento del comercio y la actividad económica a nivel global- en el cual inciden de manera decisiva las políticas económicas domésticas de los países de mayor gravitación. Y por otro, una actitud favorable al comercio que se materialice en acciones concretas de los gobiernos, en los ámbitos correspondientes, tanto en la OMC como en las negociaciones comerciales bilaterales y regionales.

La plataforma del ALCA

Es evidente que el ALCA es diferente de lo que hoy representa la Unión Europea y es lógico dada la naturaleza y la edad de uno y otro proyecto, así como las circunstancias en que se originaron. Pero no es menos cierto que ALCA no es un punto de llegada, sino que sería uno de partida.

En los últimos años han proliferado los acuerdos bilaterales, ante el lento avance de las negociaciones en el plano multilateral. Esos acuerdos involucran a muchos países o grupos de países en el hemisferio y van preparando el camino para una instancia superior.

Con una visión optimista en el caso del ALCA, los principales países involucrados afirman que el crecimiento sustentable, la gobernabilidad y la seguridad conforman un triángulo que permitirá que todos los participantes se beneficien, hecho esencial para facilitar el proceso de negociación.

En ese sentido, el ALCA puede transformarse en un camino para profundizar los aspectos positivos de las reformas de los '90 y corregir sus defectos. En nuestro país todavía quedan dudas de cómo se impusieron las reformas durante los últimos diez años del milenio, ya que generaron pobreza, exclusión y un gran déficit en las cuentas públicas, bajo la sospecha de corrupción, mientras se modernizaban la economía e importantes sectores de la producción y los servicios invertían grandes montos de capital.

Hoy en la región estamos ante un camino de doble vía: avanzar en el equilibrio de las cuentas públicas y externas, lo que define la viabilidad económica; y promover la gobernabilidad y el crecimiento para atraer inversiones y capital. Al mismo tiempo, la integración hemisférica obliga a los países participantes a mejorar la calidad institucional y a fortalecer o, en algunos casos, recuperar la seguridad jurídica. Todo ello en un marco de mayor contención social.

Ya es tiempo de reflexionar sobre el escenario post ALCA y conformar bajo diferentes hipótesis, distintos escenarios ante los interrogantes que se plantearán, no sólo en la región sino con relación a otros bloques económicos y al avance de otros actores internacionales como China o la India. El ejercicio de conjeturar dónde estará el ALCA al promediar el siglo XXI y en qué grado habrá profundizado su acercamiento entre los países del hemisferio, será de gran utilidad para poner en perspectiva las dificultades que aparecen en el horizonte de la negociación y desdramatizarlas.

Parece afirmarse, y en particular luego de los resultados de la reunión ministerial de Cancún, un planteo realista que defiende la necesidad de un acuerdo general que incluya todas las disciplinas posibles pero que permita a su vez una “geometría variable” para una mayor profundización de los puntos más conflictivos de acuerdo a las necesidades de cada país o bloque. Este “ALCA pragmático” aspira a mantener total consistencia con los principios de la OMC.

En la Iniciativa Antiterrorista promovida por el presidente George Bush, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, hay un apartado en el que se vincula el acceso equitativo a los mercados, con la paz y la lucha contra el terrorismo; esperemos que el espíritu de esta propuesta no haya sido olvidado, ni por los Estados Unidos ni por el resto de los países desarrollados.

Es que el ALCA podría ser un mero acuerdo comercial, o la plataforma para que en el futuro podamos escuchar otra vez: "América es mucho más que un hecho geográfico. Es un hecho moral y político, la primera comunidad en que los hombres fijaron el principio de institucionalizar la libertad, el gobierno responsable y la igualdad humana", tal como el embajador estadounidense en la ONU Adlai Stevenson expresó sobre su país en los años de la crisis de los misiles.

Y tal vez sea tiempo de preguntarnos si el “sueño americano” podrá ser reformulado para que incluya las aspiraciones de todos los pueblos del continente desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

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