Aportes a la reflexión para una sociedad sometida a profundos procesos de transformación social y cultural.
Estos procesos colocan en crisis todos los ámbitos de la vida de las personas y las comunidades, una de las preguntas que podríamos hacernos es: ¿Qué puede y debe hacer la actividad deportiva hoy?
Adscribimos a la corriente que intenta una revalorización y reconceptualización de la actividad deportiva en la Argentina, habida cuenta de distorsiones groseras que colocan en riesgo no sólo la esencia del deporte sino la salud y la vida de quienes lo practican. Hacemos abstracción en esta columna del deporte de alto rendimiento que siempre se reduce a una absoluta minoría y tiene códigos particulares.
“LA ACTIVIDAD DEPORTIVA DEBE DARSE EN EL MARCO DE UN ESPÍRITU DE CONVIVENCIA Y ALIENTO A LA CREACIÓN DE COMUNIDAD”
En primer lugar, la actividad deportiva, enmarcada en el amplio concepto de la recreación y orientada a una mejor calidad integral de vida, colisiona seriamente cuando el impulso de la misma emerge de una plataforma comercial y lucrativa. Mucho más si nos referimos a algunos segmentos etarios: niños, adolescentes y jóvenes, por ejemplo, o a la familia. Es cierto que esta aseveración puede provocar, y sería bienvenido, un debate profundo y abarcativo. Serviría también para separar la paja del trigo y al mismo tiempo ayudaría a que la población tuviera, de manera transparente, acceso a la información que le ayude a un mejor discernimiento.
La actividad deportiva debe darse en el marco de un espíritu de convivencia y aliento a la creación de comunidad. Es un vehículo formidable para promover los valores humanos esenciales, entre ellos el respeto y la solidaridad. Lejos está de la concepción original y permanente del deporte el individualismo, la soledad, el aislamiento o el narcisismo. Por el contrario, la actividad deportiva es gregaria y ayuda a descubrir otros intereses y vocaciones producto, generalmente, del hecho concreto y feliz de compartir con otros.
En la actividad deportiva son deseables las buenas instalaciones y el equipamiento, todo lo cual puede conseguirse con mayor o menor esfuerzo dependiendo de las circunstancias. Sin embargo, mucho más importante y decisivo es contar con instituciones que tengan una clara orientación hacia la formación en valores y un equipo de trabajo que se haga carne de ese espíritu, al tiempo que lo transmita y comparta con los miembros, afiliados o asociados. La actividad deportiva no excluye, muy por el contrario debiera contemplarla, la promoción de una formación integral que incluya la vocación por la cultura, las artes, la vida en contacto con la naturaleza y la reflexión sobre temas de interés que contribuyan a una permanente superación.
“LOS GIMNASIOS PRIVADOS.....HAN INTRODUCIDO EN EL “MERCADO” FORMAS METODOLÓGICAS GENERALMENTE BASADAS EN UN SUPUESTO MARKETING MODERNO”
En los últimos tiempos los gimnasios privados, los que llamativamente comenzaron a abundar, han introducido en el “mercado” formas metodológicas -generalmente basadas en un supuesto marketing moderno- que, a pesar del esfuerzo de imitación que llevan adelante, no pueden desconocer ni olvidar su origen. No es una crítica a estos emprendimientos, en tanto legítimas expresiones de la actividad comercial. Lo importante es evitar la confusión y comprender la diferencia de enfoques y por encima de ello la orientación y los fines que se persiguen. Comparativamente con las instituciones y clubes con reconocida trayectoria, expresan una categoría conceptual de muy distinta entidad.
Cosa diferente es hablar de los gimnasios que son parte de la oferta programática general en instituciones de las características expuestas al principio, que son muchas y de excelente jerarquía y nivel. En tales instituciones el gimnasio, así como toda otra instalación o actividad, se convierte en un medio, una herramienta para un fin último más amplio e integral. Es decir, deja de ser un recinto inexpresivo y un fin en si mismo para convertirse en un espacio de convivencia y creatividad humana.
No se comprende plenamente lo que sucede, aun desde la perspectiva jurídica e impositiva, con los gimnasios privados que operan como concesionarios o “socios” en instalaciones propias de clubes e instituciones, algunos de ellos de mucha historia y raigambre. La crisis que afecta a muchos de ellos han disparado fórmulas de supervivencia que en condiciones normales probablemente no se hubiesen ni siquiera analizado. La figura jurídica de sociedades lucrativas que regentean gimnasios que funcionan en clubes e instituciones, los que por naturaleza son asociaciones civiles sin fines de lucro, deja un halo de duda que seguramente las autoridades competentes habrán evaluado.
“UN PAÍS ORIENTADO A LA SANIDAD DEBE PROMOVER LA ACTIVIDAD FÍSICA DE SUS HABITANTES”
Un país orientado a la sanidad debe promover la actividad física de sus habitantes. Más y más se convertirá en un derecho humano que no podrá obviarse. Las estadísticas demuestran que una minoría porcentual es la que practica, regularmente, alguna actividad física o deportiva. Ese porcentaje disminuye todavía más cuando se mide cuántas de las personas que lo hacen acceden realmente a una adecuada orientación. La actividad física sin una evaluación previa, sin la adecuada prescripción y sin sistemáticos controles puede pasar de la categoría de benefactora a la de totalmente negativa para la salud.
La actividad deportiva requiere como condición ineludible e indispensable, un examen médico completo previo. No basta con un examen cuando alguien se incorpora sino que debe haber un seguimiento y control de su evolución. Esto requiere de una infraestructura compleja, tanto en recursos humanos como en equipamiento. Cada persona en tanto individuo debe acceder a su rutina, la que es diferente de la de otro por más que haya similitud de edades o procedencias. Esta rutina surge de una prescripción basada en la medición de sus cualidades físicas y no de un receta empírica. Es inaceptable la teoría de que estos procedimientos deben reservarse sólo para los deportistas de elite, ya que al hablar del deporte nos estamos refiriendo a un concepto mucho más amplio: el de SALUD.
La experiencia nos dice que no adoptar estas precauciones es atentar, también, contra la esencia del deporte y negar que los accidentes, a veces fatales que cada año de producen, pudieron y deben ser evitados.
“¿POR QUÉ UN ALTO PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN NO PRACTICA CON REGULARIDAD ALGUNA ACTIVIDAD VINCULADA CON EL CUIDADO FÍSICO Y LA SALUD?”
Ahora bien, por qué tan alto porcentaje de la población no practica con regularidad alguna actividad vinculada al cuidado físico y la salud? Puede haber variadas respuestas: a) ausencia de una cultura más arraigada al respecto; b) insuficientes incentivos motivacionales; c) el empobrecimiento generalizado obliga a contemplar otras prioridades; d) la televisión; e) ahora Internet, y así tantas otras. Es probable que pueda haber razones combinadas. El riesgo es que una población que hoy no opta por la actividad deportiva, entendida como dijéramos desde la óptica de la recreación, no promueve en las generaciones siguientes esa cultura que hace falta desarrollar. Es aquí donde intervienen, o debieran hacerlo, la escuela desde el preescolar y las instituciones privadas de fundado prestigio. Naturalmente, también hace falta el concurso del Estado en sus distintos estadios, fundamentalmente como facilitador del proceso. Seguramente su mayor virtud sería la de apoyar a la escuela y a esas instituciones privadas con amplio y reconocido sustento social en la gestión, mucho más que “competir” con ellas o intentar sustituirlas.
Las instituciones con orientación deportiva, muchas de ellas -aunque no todas- clubes, cumplen una función social adicional de enorme valía. En tal sentido, no pueden tener el mismo tratamiento que emprendimientos privados que, más allá de las objetivas limitaciones que arrastran, persiguen como fin último el lucro. La ley general del deporte debiera contemplar estas diferencias de manera explícita y a todos los efectos. Las instituciones con orientación deportiva y los clubes, junto con las entidades culturales, son un complemento vital de la familia y la escuela. Articular este trípode puede ser un rasgo distintivo que produzca un cambio cualitativo en el tiempo.
Por otro lado, cada vez más la actividad deportiva debe trascender la órbita de los tradicionales -y siempre valorados- profesores de educación física. Se requiere, como hacen algunas instituciones hoy en la Argentina, un trabajo interdisciplinario donde concurran especialistas de otras disciplinas: la psicología, la sociología, la antropología y las ciencias médicas, entre ellas.
“LA ACTIVIDAD DEPORTIVA DEBE GENERAR HÁBITOS DE VIDA QUE ALEJEN LA TENTACIÓN DE TODA FORMA ARTIFICIAL QUE PRETENDA MEJORAR EL RENDIMIENTO O LA APARIENCIA FÍSICA”
La actividad deportiva, para ir concluyendo, debe generar hábitos de vida que alejen la tentación de toda forma artificial que pretenda mejorar el rendimiento o la apariencia física, tan común a veces entre los jóvenes como producto de una publicidad engañosa o la recurrente y superficial cultura del fashion. He allí, por ejemplo, otro enfrentamiento inevitable, siempre hablando en términos generales, entre el deporte y ciertas manifestaciones que se enmascaran para parecer lo mismo. Esta distinción es particularmente importante cuando se habla de niños, adolescentes, jóvenes y la familia.
Por Norberto Rodríguez