Un joven que se acerca a los 80…
Desde hace 68 años Silvio Mindlin está asociado a la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA. El mismo la llama, como tantos otros: “mi segundo hogar”. A los 11 años, su padre, Benjamín, lo vinculó a la entonces División Cadetes, en el nuevo edificio de la calle Reconquista. Con anterioridad, en 1935, sus hermanos Bernabé y Adolfo lo habían antecedido ingresando a la vieja sede de la calle Paseo Colón. Su padre también fue asociado, lo que habla de una familia que vivió gran parte de la historia de la institución en el país.
Silvio continúa participando de actividades en el gimnasio de pesas y complementos, sin olvidar su otra pasión que es la natación.
Al comienzo, sus primeras incursiones en la actividad física identificaron a la calistenia y a la natación como sus favoritas. Ya como joven integró el Circulo Universitario, el cual es muy recordado por cuanto congregó a grandes valores de la cultura de la época. Rememora sus idas al río a nadar con Eneas Spilimbergo y sostener con él largas charlas sobre pintura.
Participó en las famosas Estudiantinas de la YMCA, entre los años 1943 y 1949, y recuerda con mucho respeto y cariño a un propulsor de las mismas, el Dr. Enrique Grande.
Participando del juego de la pelota a mano, del cual, dice, supo ser campeón, compartió la cancha y la amistad con Astor Piazzola, Adrián Cúneo y Carlos Ginés, entre otros. Reconoce al mejor jugador y caballero en la especialidad, Fernando Ingrata, quien le brindó su afecto dentro y fuera de la Asociación.
Hay una anécdota que lo pinta de cuerpo entero a Silvio y sus locuras: estando internado para ser intervenido quirúrgicamente, le pidió a su esposa (asociada también) que tomara su lugar en la cama para poder escaparse, jugar un partidito de pelota a mano en la terraza de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA y volver presuroso al sanatorio sin que nadie notara su escapada.
Ante la pregunta: ¿Qué le dio la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA?, responde: la Asociación es y seguirá siendo mi segundo hogar. Me dio ganas de luchar por la vida, por la amistad y, sobre todo, por los valores éticos”. Y ofrece un consejo: “muchas cosas se valoran cuando se pierden”. Señala que él tiene la suerte de poder valorar a la Asociación formando parte de ella. “Aquí se pueden encontrar muchas cosas que afuera escasean. No la desaprovechen, y encuentren la amistad, la solidaridad y el amor hacia el prójimo”, concluye.