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sábado, 27 de febrero de 2010

Carlos González Arnáez

Socios con trayectoria y compromiso institucional

ATRAÍDO POR EL ASMA

De pequeño, Carlos venía soportando una indeseable compañía: el asma. Recuerda que durante los primeros años de colegio lo común era ir a clase un día y faltar dos. No podía descuidarse con el frío porque se afectaban sus pulmones.

Preocupados por su bienestar, sus padres pensaron que lo mejor era ingresar a un club para mejorar su condición física. Fue así como en el año 1960 ingresó a la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA (con el tiempo, los padres y el propio Carlos comprendieron que la institución era mucho más que un club).

Con diez años cumplidos comenzó a participar de todas las actividades posibles en la sede central de la calle Reconquista y, esporádicamente, concurriendo los fines de semana a YMCAHUASI, el centro turístico/educativo que la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA posee en la ciudad de Matheu, Partido de Escobar. Tiene muy presente esos viajes de los domingos por la mañana, donde había que levantarse muy temprano y estar a las 6,15 hs. en Retiro para tomar el tren sin escalas a Matheu. Se reunían en la estación chicos, padres y profesores que hacían el viaje disfrutando de canciones y juegos durante todo el trayecto. Al mediodía hacían un alto en las actividades y todos juntos se cruzaban a la pulpería que estaba frente a la Asociación para compartir un frugal almuerzo.

Promediando los 14 años (era la época del fútbol sentado -pasión de todos los niños y jóvenes de entonces- juego que se practicaba exclusivamente en la YMCA) se interesó por participar de la Escuela de Liderato Juvenil que desarrollaba (y continúa) la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA. Esto le permitió conocer mejor a la institución y consustanciarse con su Misión.

Próximo a los 17 años se animó con el básquet de los sábados por la tarde. Aún hoy duda qué fue lo más le atrajo: si dicho deporte o el tercer tiempo del grupo que al finalizar la actividad se concretaba en el bar Bremer de Corrientes y Leandro N Alem. Eran reuniones en las que abundaba la buena comida y la cerveza.

Durante los 70´ concurría a las clases de gimnasia y deportes de las 19,15 hs. (donde había tantos participantes que los ejercicios se cumplían de pié pues no había lugar para las colchonetas). Hasta que un asociado lo invitó a conocer el grupo Alba (clase así denominada pues inicia su turno a las 7 de la mañana). Desde entonces continúa participando regularmente en este horario, donde encontró según él, un fiel reflejo de lo que es la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA en cuanto a camaradería, solidaridad y principios.

Próximo a cumplir sus 50 años como asociado, afirma que toda esta vida de contacto con la Asociación le permitió no solo aprender a nadar, a disfrutar del deporte y el aire libre, a sentirse mejor y superar totalmente su asma, a crecer y cultivarse, a disfrutar de los cursos de folklore (donde los participantes viajaban a festejar el día de la tradición en el campo), a sentirse atraído por películas antiguas (que en esa época era difícil ver en otros lados), a aprender a bucear, a interesarse por la fotografía, etc., etc., sino fundamentalmente también a compartir una familia y a reconocer y disfrutar de las pequeñas y grandes cosas de la vida con amigos, moldeando de esa forma un estilo de vida en el que los valores siempre están presentes.
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