Un Asociado con Mundo !!
Ingresa a la Asociación allá por 1947, teniendo 10 años. Lo hace con dos amiguitos de su barrio, que provenían de una familia judía exiliada de la Alemania nazi.
Por ésa época asistía a un colegio religioso y no pocos fueron los esfuerzos de sus directivos para que cambiase de idea y se asociara a un “club católico”. En ésa etapa de estudiante se alejó y retornó a la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA en varias oportunidades, hasta que en 1970 decidió quedarse y no dejarla jamás. Su vivencia en la institución le hizo comprender lo que en su momento le pareció una paradoja: el porqué aquellos padres extranjeros, judíos ellos, habían elegido para sus hijos una entidad cristiana, laica, abierta, plural y con sentido humanístico.
En tono de reflexión, Norberto asegura que en la YMCA tuvo la mejor parte de su formación social, rica en conocimientos y entretenimientos, donde llegó inclusive a ser campeón de billar japonés junto a Enrique Groisman y a Jorge Villa, quien, a su juicio “sigue siendo capanga de un grupo de antidiluvianos muchachos que juegan al básquet y con los cuales es un gusto aparecer de vez en cuando, hacer dos o tres gansadas y pedir el cambio por quedar extenuado”.
Claro que aquella “Yumen” de la División Cadetes, grupo Sioux, reflejaba otra sociedad, con líderes bastante estrictos a la hora de poner límites y quitar el carnet, aunque las picardías no pasasen de aprovechar la “pileta libre” de los domingos para dejar las duchas con las canillas de agua caliente abiertas, inundando todo el edificio con vapor.
Recuerda con nostalgia el buffet de entonces, con maravillas de confort para la época, casi una confitería, con un particular estilo y cuyo aire aun respira a través de lo que es el edificio de la sede central de la Asociación, generosa en su arquitectura de los años treinta.
Hoy está convencido que su oficio de periodista, y en mayor medida de ciudadano, lo adquirió en la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA, aprendiendo a conversar, a escuchar a otros, a ver formas de vida y actitudes diferentes, a contemplar el mundo plural y a ser solidario.
En sus viajes por el mundo, se alojó en más de 50 sedes de la YMCA, pero aclara que nunca se “afanó” una toalla. No deja de reconocer que gracias a la Asociación, muy despacito pudo recuperarse de una afección pulmonar seria. Siente que el halo de la institución siempre tuvo algo muy positivo para él.
Su mayor aspiración sería que sus nietas pudieran integrarse a la YMCA, no por lo deportivo, sino por la riqueza humana que emana. El dique de contención sociológico que brinda la institución inhibe a quienes la integran de aportar lo negativo de su personalidad y, muy por el contrario, los motiva a entregar lo bueno de cada uno
Insta a los asociados no sólo a cuidar la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA, sino también a desarrollarla plasmando las emociones e ideas en acciones que contribuyan a dar forma concreta a ese mundo con valores que tanto promueve, no olvidando que la lucha por los ideales siempre conllevan sacrificios personales.