Comenzó practicando natación y calistenia, la gimnasia de moda por esa época. complementando su actividad acuática con el remo en aguas abiertas. Así pudo experimentar duras travesías de San Fernando a Carmelo y a Gualeguaychú.
En su juventud repartía su tiempo entre el trabajo y la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA. Junto a un grupo de compañeros de la antigua Harrod´s Gath & Chaves esperaban con mucha ansiedad la finalización de la jornada laboral para partir raudamente y llegar al partido de pelotita a mano. Esas encarnizadas competencias deportivas nunca hicieron mella en la relación laboral y generalmente finalizaban en la ex cafetería de los japoneses que se encontraba justo frente a la YMCA, en la calle Reconquista.
Compartió los baños de sol en la terraza de la sede central con amigos entrañables de la música como Panchito Cao y Gregorio Barrios. Éste último varias veces se ponía a cantar en la puerta de entrada con el acompañamiento de varios asociados, lo que seguramente hoy sería impensable.
En la actual etapa de su vida, ya socio vitalicio y dedicado a actividades menos “riesgosas” como el sauna y los masajes supervisados por el legendario Catalino Montero, no pudo tomar mejor decisión que asociar a su nieta María Belén de 16 años, quien se siente orgullosa de estar en la misma institución “de su abuelo”.
Considera que “llegar” a los 81 años en plena forma es una bendición de Dios (y merece un agradecimiento la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA que lo guió por una vida sana y limpia de tentaciones).
En dicha dirección, aconseja a los jóvenes ser consecuentes con un estilo de vida digno, orientado por el necesario esfuerzo de testimoniar los valores primarios esenciales del ser humano y ser protagonistas en un mundo que los necesita.